Los 200 países del mundo han ensayado, en distintos momentos de la pandemia, 3 tipos de enfoques: 1) permitir la infección en los menos vulnerables con la esperanza de que actuasen de cortafuegos para los más vulnerables; 2) regular la intensidad de las restricciones para además de lo anterior mantener en funcionamiento la capacidad hospitalaria y la actividad económica; 3) ir a por el virus con estrategias de eliminación dentro del territorio y control en las fronteras.
A lo anterior se añade ahora la estrategia de vacunación, de sorprendente prontitud, seguridad y efectividad inicial, que se consideran un elemento importante pero no único, no sólo porque no eliminan totalmente la transmisión sino, sobre todo, porque, al menos actualmente y durante un plazo previsible, hay limitaciones importantes en cuanto a la capacidad se producir para todos los territorios del planeta, para todas las edades, y para las variantes que puedan necesitar vacunas reeditadas.
Hay conocimientos científicos, experiencia, y herramientas diagnósticas, preventivas y de control que sería posible optimizar para llegar, en todos los territorios, a estrategias de Mitigación Máxima Sostenida (MMS).
Podría plantearse que las mascarillas elastoméricas con visibilidad labial estén en la misma categoría que el calzado. Equipos más protectores de tipo escafandra podrían usarse en situaciones determinadas que requieran de una protección aún más intensa.
La medición del grado de reutilización del aire en las habitaciones usando sensores de resultado visible, y la ventilación y filtrado flexibles y adaptados a la situación, proporcionarían una capa extra de protección, cuyos límites de efectividad técnica y abaratamiento están aún por explorar.
Las pruebas diagnósticas de anticuerpos con resultado inmediato, baratas y de uso distribuido y frecuente, unidas a actividades de trazado basadas en datos recogidos a mano y en apps telefónicas no invasivas de la privacidad y orientadas a servir a los ciudadanos, permitirían que una proporción importante de las personas en estado infeccioso retirasen sus pulmones de la circulación, a cambio de apoyo económico y logístico de la comunidad, la empresa o el estado.
Esas mismas estrategias podrían aplicarse en las fronteras, permitiendo el paso de las personas, dificultando grandemente el paso del virus, y reservando las limitaciones fronterizas (entre países y, cuando sea práctico, dentro de cada país) para los momentos o situaciones en que sea necesario o altamente deseable un control máximo. Esto convertiría las estrategias MMS en verdaderas estrategias de eliminación, con posibilidad de reducir mucho las restricciones o incluso eliminarlas del todo. La estrategia de eliminación (E2) podría plantearse, en teoría, a nivel de España (E3), o en España y Europa (E4).
En el momento actual hay incertidumbres en cuanto al comportamiento futuro de las variantes, que estamos viendo surgir y convertirse en dominantes en muchos territorios, y algunas dudas en cuanto a la disponibilidad y efectividad de las vacunas frente a parte de las variantes.
Hay también un agotamiento de las poblaciones, de los sanitarios y de los sistemas de compensación económica.
Pocos dudan de que habría sido mejor intervenir de forma más precoz, ágil, y eficaz en el pasado, y muchos están sin duda tomando notas para mejorar los sistemas para las amenazas pandémicas que nos ofrezcan los años y décadas venideros.
Nuestro problema actual es qué hacer ahora, y parece claro que la MMS es factible y deseable, y la E3 y la E4 serían planteables sólo si se dan las condiciones adecuadas: MMS en funcionamiento, variantes más contagiosas o agresivas, y alineamiento de las voluntades sociales y políticas.
Mientras se espera por esas situaciones, queda bastante por hacer, y es razonable que una porción mínima de la población y de los recursos se dedique a aprovechar lo aprendido por si hiciera falta de forma inmediata o en el futuro, y para incluir dicho aprendizaje en el tejido que damos por sentado de cara al siglo 21.
