Para elegir una solución, es recomendable utilizar un análisis del costo y beneficio, que consiste en asignarle ponderaciones, generalmente en dólares, a todos los costos de la implementación de una idea y los beneficios de una actividad. Se utiliza cuando se necesita comparar decisiones y su viabilidad de forma práctica. Por definición, solo las ideas cuyos beneficios son mayores a sus costos merecen ser implementadas.
Cómo clasificar las ideas en la matriz costo – beneficio
Siguiendo estos seis pasos se clasifican y seleccionan las ideas:
- Llevar a cabo una Lluvia de ideas o reunir datos sobre soluciones relacionadas con su problema definido.
- Determinar los costos relacionados con cada factor. Algunos costos, como la mano de obra, serán exactos mientras que otros deberán ser estimados. Hay que tener en cuenta costos de inversión inicial, de materia prima, de mano de obra y de operación. Es importante desglosar estos costos generales en sus componentes específicos, verificar su validez con proveedores o expertos en el tema y no olvidar costos de asesorías técnicas que pueden o no ser necesarias para implementar la solución.
- Sumar los costos totales para cada decisión propuesta.
- Determinar los beneficios en dólares para cada decisión. Es importante identificar los que son tangibles y los que no lo son. Por ejemplo, los ahorros que pueden generar o el nivel de seguridad que les proporcionará a los beneficiarios.
- Poner las cifras de los costos y beneficios totales en una moneda común, en este caso dólares.
- Ubicar las relaciones Beneficios a Costos para las diferentes decisiones propuestas. La mejor solución, en términos financieros es aquella con la relación más alta beneficios a costos. En la matriz, las soluciones ubicadas en el punto 1 son las que tienen que ser implementadas, en los puntos 2 las que necesitan un análisis monetario más profundo y las del punto 3 son las que se descartan inmediatamente.